“Algún día deberíamos ir a Islandia”. Dicho y hecho. Esta frase había resonado por casa más de una vez. Después de poner sobre la mesa varias opciones para las vacaciones de verano, la isla de hielo y fuego terminó siendo el destino elegido. El verano de 2014 haríamos siete días de ruta por Islandia.

Al principio tuvimos algunas dudas. Teníamos delante el reto de viajar a uno de los país más caros del mundo (sino el más caro) y no arruinarnos en el intento, un detalle que al principio parecía bastante complicado de superar. Aún así, descubrimos algunos trucos para ahorrar en Islandia.

Definir la ruta por Islandia

La opción de contratar un viaje organizado quedó descartada desde el principio. Queríamos tener la máxima libertad de movimientos posibles y porque era una alternativa carísima. Entonces también valoramos la posibilidad de contratar algún paquete que ofrecía vuelo+coche+alojamiento (alojarse en la isla no es fácil y esta opción nos ahorraba un buen dolor de cabeza), pero, aunque en este caso el presupuesto era más ajustado, seguía siendo mucho más barata la opción de hazlo todo tu mismo.

Así que a mediados del mes de mayo empecé a buscar y a rebuscar para diseñar una ruta de siete días por la isla que fuera lo más atractiva posible y que acabó siendo esta:

• Día 1: Vuelo nocturno de Barcelona a Keflavik
• Día 2: Del aeropuerto de Keflavik a Akureyri
• Día 3: Avistamiento de ballenas en Húsavik, Dettifoss y lago Myvatn
• Día 4: El campo de lava Dimmuborgir, las fumarolas Hverir y los primeros fiordos del este
• Día 5: Los Fiordos del este, Höfn y la laguna glacial Jökulsárlón
• Día 6: El Parque Nacional Skaftafell
• Día 7: La playa Reynisfjara, la cascada Seljalandsfoss y el Círculo Dorado
• Día 8: La ciudad de Reykjavik

Comprar los vuelos

El primer paso fue comprar los vuelos. Después de comparar precios, la opción más barata era volar a Keflavik (el aeropuerto internacional de la isla) con WOW Air, una low cost islandesa que tiene vuelos directos desde el aeropuerto de Barcelona.

Miré la opción de hacer escala en algún aeropuerto de Europa, pero era más caro que ir directamente con WOW Air. El vuelo para dos personas, incluyendo seguro de cancelación y maleta facturada, nos costó 904€.

Esta compañía aérea siempre se mueve sobre estos precios, pero tened en cuenta que la oferta para volar hasta la isla no es muy variada y que hay que reservar con tiempo, sobre todo durante los meses de verano. Cuanto antes reservéis los vuelos más opciones tendréis de elegir fecha y de encontrar un precio más competitivo.

Alquilar el coche

Para movernos por la isla decidimos alquilar un coche. Es la mejor opción si quieres ir por tu cuenta porque el sistema de autobuses públicos es muy limitado y no disponen de trenes.

Después de buscar mucho cuál era la opción más económica nos acabamos decantando por alquilar un Chevrolet Spark con Sixt. Durante varios días tuve sobre la mesa la opción de un Hyundai i10 con Reykjavík Cars porque era más económico, pero cuando nos decidimos (la demanda para alquilar coches durante el verano también es muy elevada y los precios cambian de un día para el otro) ya habían subido los precios y Sixt nos hacía una mejor oferta.

Así pues, coger el coche en el aeropuerto de Keflavik la madrugada del jueves 24 de julio y volver el miércoles 30 en el mismo punto, es decir, siete días, nos costó 558€. Este precio incluía un seguro por daños causados por la grava, un requisito indispensable para conducir por la isla porque en algunos casos hay tramos de carreteras principales sin asfaltar y es muy fácil devolver el coche con algún golpe o rayada provocado involuntariamente por alguna piedra.

Conducir por Islandia

Conducir por la isla no es difícil, salvo si vas a parar a alguna carretera que no está nada asfaltada y tienes que sufrir por la integridad de las ruedas del coche. Sólo hay una carretera principal y orientarse es muy sencillo.

Nosotros nos fuimos de casa con un GPS en la maleta, pero al llegar allí descubrimos que no tenía las carreteras de Islandia. Así pues, con el “Big Map” que nos habían dado apenas recoger el coche (también se puede encontrar en cualquier oficina de turismo) fuimos siguiendo la ruta que nos habíamos marcado. No nos perdimos ni una sola vez, tampoco para entrar en Reikiavik, así que no hace falta que sufráis para orientaros en el caso de que no tengáis GPS.

Alojarse en Islandia

En cuanto al alojamiento optamos por dormir en Guesthouse o Farms, el equivalente a los B&B. Eso sí, hay que tener en cuenta que la relación calidad-precio no es como en los otros países de Europa.

En Islandia el alojamiento es muy caro (básicamente porque no hay mucha oferta y durante julio y agosto la demanda es altísima) y una habitación doble con baño compartido en una guesthouse de categoría media-baja no suele costar menos de 100€.

Encontrar el alojamiento fue una de las cosas que más nos costó durante la planificación del viaje. Aunque lo montamos todo con dos meses de antelación Booking no nos ofrecía mucho alternativas a precios razonables y también recibimos muchísimos correos de guesthouses a las que había escrito directamente que nos decían que ya lo tenían todo lleno.

Icelandic Farm Holidays es un buen portal para encontrar alojamiento tipo B&B en toda la isla. Pensad que hubo una noche que para dormir en la zona donde queríamos nos tuvimos que conformar con una habitación individual con una cama de 120 centímetros.

Aquí arranca el conjunto de artículos sobre lo que ha sido, por el momento, el mejor viaje de nuestra vida!

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Este artículo está escrito en base a nuestra propia experiencia, con información veraz que queremos que te sea útil a la hora de planificar tus viajes.

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