Después de un mes de septiembre y unas primeras semanas de octubre cargadas de trabajo extra relacionado con el mundo casteller, hace unos días decidimos que este pasado fin de semana, que se preveía tranquilo (castelleramente hablando), necesitábamos desaparecer y desconectar de ensayos, actuaciones y crónicas. Como lo decidimos con bastante poca antelación y únicamente disponíamos del sábado y el domingo la elección fue escaparnos hasta la Garrotxa, donde podíamos pasear por muchos lugares con encanto, comer bien y descansar a un precio bastante razonable.
Así pues, el sábado a primera hora de la mañana enfilamos hacia Vic, que decidimos que sería la primera parada del recorrido donde aprovecharíamos para desayunar. El sábado por la mañana es día de mercado, así que nos encontramos una plaza mayor bien bulliciosa y repleta de paradas de setas. Aparte de aprovechar para comprar un poco de embutido (si no queréis dejaros el sueldo en la compra, buscad alguna tienda que esté un poco alejada de la plaza) hicimos una vuelta por las callejuelas laberínticas del casco antiguo hasta encontrar la catedral. Si llegáis en coche en Vic, tened en cuenta que todo el centro es únicamente para peatones, así que tendréis que aparcar en alguna de las calles de alrededor pagando zona azul (que no es precisamente barata, una hora y media cuesta 2,60€).
Descubrir la Fageda d’en Jordà
Seguimos la ruta en dirección a Olot para desviarnos hacia la Fageda d’en Jordà y el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Digamos que la señalización no ayuda mucho a la hora de orientarse, casi no hay indicaciones, así que quedaros con la idea de que tanto para acceder a la Fageda como a los volcanes deberéis circular por la carretera GI-524 que va hacia Santa Pau.
A la entrada de la Fageda (hayedo) y los caminos de acceso a los volcanes del Croscat y de Santa Margarita hay habilitadas zonas de aparcamiento. También hay grandes carteles que indican que el precio por vehículo es de 4 €, pero, a pesar de que el aparcamiento estaba lleno y costaba encontrar un lugar, no localizamos nadie que nos hiciera pagar los 4€. De hecho, la taquilla del aparcamiento de los volcanes estaba cerrada por lo que acabamos aparcando sin pagar.
El paseo por la Fageda d’en Jordà vale la pena. El lugar es maravilloso, sobre todo con los colores de otoño (ahora todavía está demasiado verde) pero la multitud de gente que había le quitaba un poco de encanto. Obviamente no fuimos los únicos que decidimos aprovechar el fin de semana y os aseguro que aquello parecía la Rambla… Sin embargo, la Fageda es uno de esos lugares de Cataluña que tienen un encanto sobrenatural, tal y como decía en uno de sus poemas Joan Maragall.
Previendo que no sería fácil encontrar un lugar para comer, nada más llegar a la Fageda llamamos para reservar una mesa en Can Xel, un restaurante situado en la carretera entre el hayedo y los volcanes y que habíamos visto por Internet que ofrecía un menú de cocina volcánica por 19,25€. Increíbles las judías de Santa Pau con butifarra esparracada y las carrileras de cerdo al horno!
Subida al volcán de Santa Margarida
Después de la gran comida decidimos subir al volcán de Santa Margarida, el que tiene una ermita justo en medio del cráter. Como os comentaba, el coche lo aparcamos sin problemas y también sin pagar. La subida hasta el cráter no es complicada, pero debéis tener en cuenta que hay unos cuantos metros de mucha pendiente que se pueden hacer un poco costosos, sobre todo si vais con niños (os digo esto porque nos encontramos un montón de familias que tenían que arrastrar los niños en brazos durante algunos tramos). Sin embargo, el paseo es agradable y tumbarse sobre el césped en medio de un cráter de un volcán, una buena recompensa.
La última parada del día fue el pequeño pueblo de Santa Pau. Empezábamos a estar cansados, así que nos limitamos a hacer una caminata por sus calles estrechas y que, en algunos casos, hacen mucha pendiente. En algunas de las tiendas comenzaban a tener judías nuevas, aunque el precio echaba un poco para atrás… (14€ el kilo).
La noche la pasamos en Tortellà, un pueblo bastante pequeño ubicado entre Olot y Besalú. Dormimos en el Hostal Alta Garrotxa que habíamos reservado a través de Booking por 68 € con desayuno incluido. El hostal no es nada del otro mundo, pero la relación calidad precio en comparación con otros alojamientos de la zona está muy bien y en el desayuno te puedes poner las botas.
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