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Siguiendo las huellas de Leonardo Da Vinci por los castillos del Valle del Loira

por | 25 Feb 2022

Vinci, una pequeña localidad situada a escasos 60 kilómetros de Florència, vio nacer en 1452 al que siempre será su ciudadano más ilustre. Lo bautizaron con el nombre de Leonardo di ser Piero y pronto pasó a ser conocido como Leonardo Da Vinci.

En los libros de historia se le atribuyen tantas profesiones que, seguramente, hoy en día, le sería imposible añadir todo su currículo a Linkedin sin que la plataforma le obligase a tener una cuenta de pago por exceso de información. Pintor, ingeniero, inventor, arquitecto, anatomista, paleontólogo, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, músico, poeta, urbanista… son algunos de los trabajos que Da Vinci desempeñó en vida, de modo que, para no extendernos en exceso, a partir de este momento, le llamaremos simple y llanamente el genio Da Vinci.

Aunque gran parte de su carrera la desempeñó en Italia, entre Milán, Florencia y Roma, Da Vinci pasó los últimos años de su vida en Francia, entre las paredes de un castillo donde le valoraron el trabajo como nunca antes lo habían hecho en su país natal. De hecho, sus restos (o los que dicen que son sus restos) y su cuadro más famoso allí siguen, así que nos hemos propuesto seguir las últimas huellas que Leonardo Da Vinci dejó en los castillos del Valle del Loira.

La relación de Leonardo Da Vinci con el castillo de Clos Luce en el Valle del Loira

Su llegada a Francia

Pero, ¿por qué acabó Leonardo Da Vinci viviendo en Francia los tres últimos años de su vida? La culpa fue del monarca Francisco I, quien en 1515 le invitó a establecerse en el valle del Loira nombrándolo “primer pintor, arquitecto e ingeniero del rey”. El genio aceptó la propuesta y un año más tarde, habiendo vivido 64 vueltas al sol, cruzó los Alpes a lomos de una mula hasta llegar al Château du Cloux (conocido en la actualidad como Clos Lucé), la mansión que le prestó el rey junto con una asignación anual de mil escudos. 

Entre sus pertenencias, se llevó de Italia un buen puñado de frustraciones, pero también una carpeta con infinidad de dibujos y tres lienzos: La Gioconda, La Virgen, el niño Jesús y Santa Ana y San Juan Bautista. De hecho, fue el mismo rey Francisco I quien compró el cuadro de la dama de sonrisa enigmática por 12.000 francos. Todos ellos pueden contemplarse hoy en día en el Museo del Louvre.

Se fue de su Italia natal sin demasiado reconocimiento por parte de sus paisanos que, por aquel entonces, no valoraban sus particulares creaciones, se escandalizaban con sus estudios de anatomía y estaban fascinados por el talento de Michelangelo y Raffaello, con quien se enfrentó en alguna ocasión.

De hecho, su carácter impulsivo e inseguro puede verse reflejado en la magnífica interpretación que el actor irlandés Aidan Turner hace en la superproducción internacional de RTVE Leonardo, una serie de ocho capítulos que, mezclando realidad y ficción, narra parte de la vida del genio en Italia.

La confianza que le brindó convertirse en el protegido del rey de Francia dio como resultado grandes ideas. Allí trabajó en el proyecto de un nuevo palacio, el de Romorantin, que no llegó a construirse, un plan de canalización y el diseño de pabellones efímeros para varias fiestas y recepciones de Francisco I.

Pero, su estancia en Francia fue relativamente corta, ya que el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, poco más de tres años después de haber llegado, murió en su cama del castillo de Clos Lucé.

La primera huella: el castillo de Clos Lucé

Llamado originalmente Château du Cloux, el castillo de Clos Lucé fue una antigua residencia de verano de los reyes de Francia y el lugar de residencia que le asignó Francisco I a Leonardo Da Vinci para dar rienda suelta a su creativitat durante sus últimos años de vida.

Actualmente, la lujosa mansión se ha convertido en un museo dedicado al artista. Allí se pueden visitar, entre otros, su dormitorio, su estudio de pintura, la cocina, la gran sala renacentista, la biblioteca o el sótano, donde se exponen algunos de sus inventos.

La relación de Leonardo Da Vinci con el castillo de Clos Luce en el Valle del Loira

Pero, si algo vale realmente la pena de Clos Lucé es pasear por los inmensos jardines. Entre extensiones de césped y flores y bajo la sombra de altos árboles, se han instalado maquetas móviles de sus visionarios inventos a tamaño real y también lienzos gigantes que permiten al visitante entrar durante unos instantes en la mente de este gran genio que entendía el arte, la ciencia y la naturaleza como un todo.

Además, la primavera de 2021, se inauguró un nuevo espacio en una antigua fábrica téxtil ubicada en uno de los extremos del jardín, donde el viajero puede disfrutar de una experiencia inmersiva que permite entender el proceso pictórico que siguió Leonardo en 17 de sus obras, desde el dibujo preparatorio hasta el cuadro final. También se transmite al visitante la pasión de Da Vinci por las matemáticas y la geometría en el espacio, a través de maquetas, mesas digitales e incluso una recreación en 3D del palacio Romorantín.

Si hay un lugar en el mundo donde el espíritu de Leonardo Da Vinci sigue vivo cinco siglos después de su muerte este es, sin duda, el castillo de Clos Lucé, su hogar en territorio francés.

La segunda huella: el castillo de Amboise

A poco más de 400 metros de distancia de su última residencia, descansan eternamente los restos de Leonardo Da Vinci, en la capilla de Saint Hubert del castillo de Amboise.

Aunque el lugar se ha convertido en centro de peregrinación para muchos de los enamorados del trabajo del artista, los expertos no ponen la mano en el fuego a la hora de asegurar que los restos allí enterrados sean los del genio italiano. 

No hay dudas de que, tal como él mismo solicitó al rey e hizo constar en su testamento, Leonardo fue enterrado en el castillo en el año 1519, concretamente en el claustro de la colegiata de Saint-Florentin. Pero, durante la Revolución Francesa se destruyó parcialmente el castillo de Amboise y durante muchos años se perdió la pista de sus restos.

La relación de Leonardo Da Vinci con el castillo de Amboise en el Valle del Loira

Fuente: Château royal d’Amboise

Durante unas excavaciones en 1863 se encontró un esqueleto completo junto a unas monedas florentinas y las letras VINC labradas en piedra, pistas que avalaron la tesis sobre que era Leonardo y se trasladó a su actual sepultura en la capilla de Saint Hubert, pero todavía se está pendiente de un análisis de ADN para confirmar su autenticidad.

Independientemente de todas las incógnitas que rodean la sepultura del artista italiano, desde las terrazas y los amplios jardines del castillo de Amboise, donde se conserva una amplia colección de mobiliario gótico y renacentista, se pueden contemplar unas de las mejores vistas sobre el valle del Loira. Por algo este fue el palacio favorito de Francisco I.

La tercera huella: el castillo de Chambord

Cuando uno piensa en el valle del Loira es más que probable que en su imaginario aparezca la imagen del castillo de Chambord. Construido inicialmente como un pabellón de caza para Francisco I, Chambord acabó convirtiéndose en la mayor mansión de toda la región, con más de 400 habitaciones, 282 chimeneas, terrazas panorámicas y seis torres que se alzan a los pies de sus preciosos e inmensos jardines.

La relación de Leonardo Da Vinci con el castillo de Chambord en el Valle del Loira

Esta maravilla arquitectónica comenzó a construirse el mismo año en que murió Da Vinci. Aún así, son muchos los que atribuyen al arquitecto uno de los elementos más característicos y espectaculares de Chambord: la escalera helicoidal de doble espiral situada en el centro del castillo que permite que las personas puedan subir y bajar sin cruzarse. Resulta curioso y difícil de descifrar, para mentes de mortales comunes como la nuestra, que los transeúntes no puedan encontrarse entre los escalones y sólo puedan coincidir al llegar a la salas comunes de cada una de las plantas.

La relación de Leonardo Da Vinci con el castillo de Chambord en el Valle del Loira

Sea o no sea obra de Leonardo, el viajero tiene la obligación de hacer parada en Chambord y dejarse deslumbrar por su lujo o perderse entre las más de mil hectáreas de bosque que rodean el palacio y que son de acceso libre.

Esta humilde ruta por tres de los más de 300 castillos que hay repartidos en todo el valle nos permiten descubrir que no sólo Italia marcó la obra y la vida de Leonardo Da Vinci, sino que, aunque sólo estuvo tres años entre viñedos y vistas al río Loira, Francia fue muy importante en el legado del artista florentino que ha llegado hasta nuestros días.

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Laia Díaz

Nacida en Tarragona, soy periodista por formación y vocación. Me gustan los castells, las cerezas y las redes sociales y me apasionan los viajes y la fotografía. En otra vida quiero ser viajera a tiempo completo!
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